lunes, 19 de febrero de 2007

Sin espacio

Hay algo que estorba en mi cama. Ocupa un lugar que ya no le pertenece. Y, por su culpa, yo no puedo cambiar por algo distinto, mejor...
Tendría que avisarle de alguna manera, que se olvidó su alma en mi cama. La dejó la última noche que durmió conmigo. La dejó la última noche que durmió...
Apostaría mi cabeza y mis dos brazos (si valieran algo, ya), a que nunca volvió a dormir con la paz, la serenidad y el amor que le ofrecían mi colchón y mis cobijas. Su cabeza nunca descansó mejor, fuera de mis almohadas, y su cuerpo nunca estuvo tan abrigado, lejos del mío. Tal vez, por eso es que la vi tan desmejorada la última vez que nos cruzamos, cuando la casualidad fue casual y el clima, cómplice.
Cruzamos palabras, una bebida, historias, mentiras tan reales, verdades tan falsas. Expusimos egos, los dos creímos haber ganado. Tuvimos tranquilos el orgullos hasta que cada uno volvió a lo que llamamos “vida”.
En ese momento, yo no le recordé lo que tenía que venir a buscar, ni ella me lo reclamó. Creo que es porque ella quiere que se la cuide, porque sabe que su alma no estará mejor con nadie mas que conmigo. El problema es que preferiría cuidar al menos su cuerpo también. Su alma, sola, es un estorbo. Yo quise cuidarla todo el tiempo en que fuimos uno los dos, su alma era mía y yo la cuidaba como tal, pero el tiempo pasó. Ahora ya no somos uno. O al menos, eso quiere hacerme creer.
Y la verdad, ahora prefiero cuidar otras almas... que mi cama sea el fuerte de protección de todas las almas que yo considere estén a la altura de mi amparo.
Su alma es como una herencia. Pero heredé algo que yo no quiero. La relación está muerta, y tener su alma no hace más que recordarme el momento triste en el que todo murió. Es una herencia que pesa. Es una cicatriz que me recuerda una herida que costó demasiado en cerrar, y dolió más de lo esperado, que ya es demasiado.
Pero ella sabe que yo la tengo, y yo sé que la vendrá a buscar. Y sé también que en ese momento, en el instante en que venga a buscarla, no se irá jamás de mi lado...

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