lunes, 23 de agosto de 2010

Kamikaze

Como el velo de la lluvia que envuelve a la luna, vi lágrimas caer, preguntando el por qué de la tristeza, del Autoflagelo constante. Si fuese un animal, seguro no habría podido sobrevivir.
La enfermiza obsesión que obliga a abandonar las necesidades propias, para responder a las ajenas, denota un modus-vivendi tan reconfortante como doloroso. La paz que se ve en el rostro de enfrente disimula la tristeza del propio. Los ojos llenos de lágrimas y dolor, se secan para sonreír a quien necesita una sonrisa, estiran la mano a quien necesita una caricia, abren los brazos para abrazar...
Esos mismos ojos, son los que ven tan fácil la respuesta de los problemas de aquellos que necesitan ser escuchados. Es esa cabeza la que, sin temor al fracaso, observa detenidamente la problemática ajena, para terminar decidiendo el destino de los demás, sin la carga asesina de la responsabilidad de los propios actos...
Detrás de una metálica coraza, se esconde el rostro dolorido de aquel que es para sí mismo, la última opción...