sábado, 14 de abril de 2007

La bestia

Entraré en su jaula, ya tengo mi latigo y mi silla. Voy a domar a la bestia. Sólo me respetará a mí, su domador. Tomaré mi entereza, mi determinación, mi yo, para que la bestia no me gane. Soy el mejor domador, y ninguna antes logró resistirseme. Estoy ingresando, ya veo sus fauces chorreando miedo. Me teme, lo sé... Entro.
Empieza la lucha, ella me mantiene lejos, es distante, analiza mis movimientos, sabe que soy demasiado bueno en esto, pero no se entrega facilmente... Me acerco, empiezo mi envestida, la encierro en un rincón. Me arrojo sobre ella....
Cometí el peor de los errores... Miré sus ojos y me contuve... ¿Por qué tuve que acerlo? Ahora cambiamos de posición. Yo, el gran domador, me encontré domado y entregado a mi suerte...
No me importa saber que, ahora, la bestia se apoderará de mi por completo. Estoy entregado a su mirada. Contemplé su grandeza, y me dí cuenta que nunca dejó nada al azar... Todo el tiempo me mantenía bajo su poder, estaba esperando que yo me percatara, nada más... Sabía que yo seríasu presa.
Me acechó, se me avalanzó, y en el momento en que iba a incar sus colmillos en mí, se detuvo. Ella también se equivocó cuando, por error, miró mis ojos... ¿Por qué lo hizo? ¿Qué quería encontrar?
Permanecimos inmóviles, enfrentados, juntos, esperando que pase el tiempo. Al final, no había bestia ni domador, no había dominante, no había más que dos seres tan distintos como parecidos. Dos que, en su forma, eran lo mismo. Dos, que tan extremos y tan cercanos, llegaron a ver más allá de lo que se ve con la mirada. Dos que pueden ser uno. Dos que dejaron de lado lo que eran antes de que entre a la jaula, para ser lo mismo. Dos que son igualmente distintos.
Porque ella era distinta a mí, y yo a ella, hasta que nuestras miradas se encontraron. Ella empezó defendiéndose, para atacarme mejor. Yo ataqué para defenderme. El miedo estuvo en los dos, todo el tiempo. Y sólo se fue cuando entendimos ser lo mismo, pero distintos...