domingo, 4 de julio de 2010

Otro café de mañana

Otro café se enfría, en un pocillo barato, de un bar barato, en mi vida costosa. Otro instante perdido, otro momento escapado, otra sonrisa mentirosa, robada, sólo para saber que vale menos que el papel de los billetes falsos.
Frente a mí, un negocio se cierra a expensas de la autoridad. A los costados, más negocios que no incluyen sólo dinero. Más mentiras, que se transforman en verdad cuando uno se las aprende y las dibuja.
A mi espalda, siento la mirada penetrante, punzante, fría como el acero de la hoja de un puñal que intenta cercenar mi carne, separar mis tejidos, hacer brotar mi sangre a chorros y detener mis funciones vitales.
Pero yo... yo acepto esa mirada y ese puñal. Acepto esta ley que ni siquiera es de la selva. Yo aprendí de esta ley, y me estoy acostumbrando a ser como ellos. Dejé de lado mi instinto animal, para reemplazarlo por el asesino, y no morir.
Ser cazador y no presa, en un ecosistema criminal. Sobrevivir en una jungla sin flora, atacar para defenderme, pero sin renunciar a mi esencia. Mantener mi estirpe, de guerrero y no mercenario, pelear para mantenerme y no crecer a costa de la muerte...
Otro café helado me devuelve los ojos de la vida común. Otro negocio cerrado, otra sonrisa, otra mirada, otra mañana en otro día de mi vida